domingo, 8 de marzo de 2009

Línea de Tiempo sobre los Zapatos

Ator: Yusmelis Ramírez

ZAPATOS EN EL TIEMPO



El uso de los zapatos se remonta a muchisimos años antes de cristo, los primeros registros de uso de zapatos relflejan las Sandalias tejidas con papiro, utilizadas hace 2000 años antes de cristo. Las sandalias, el calzado más usado en la Antigüedad en climas cálidos, ofrecían toda una variedad de formatos para la població.



Los Griegos también utilizaban zandalias, las llamaban "Krepis" se fabricaban en diversos co­lores y con adornos variados, incluso oro.





los romanos las llamaban "Crépidas" tenían la suela más gruesa y costados de cuero, y se ataban por encima del em­peine.

Los soldados griegos y romanos utilizaban sandalias con suelas claveteadas, y sólo se equipaban con botas gruesas para largas travesías a pie.

El primer zapato propiamente dicho que se conoce es un modelo de cuero en forma de mocasín. Se sujetaba al pie con unos cordones de cuero sin curtir y gozó de espe­cial predilección en Babilonia hacia 1.600 años a.C. A partir del año 600 a.C., las mujeres griegas de la clase alta adoptaron un calzado de cuero similar, ajustado al pie, y los colores de moda eran el blanco y el rojo. Los romanos fueron los primeros en establecer, al­rededor del año 200 a.C., gremios de zapateros, y estos profesionales fue­ron también los primeros en diferenciar el calzado para el pie iz­quierdo y para el derecho.




A mediados del siglo XIV, hizo su aparición un nuevo estilo: los zapa­tos con puntas extremadamente largas y afiladas. Este calzado, los llamados “crakows” eran absurdamente largos y puntiagudos, por lo que la gente tropezaba constantement con ellos.





Los tacones o zapatos de tacon alto no aparecieron de la noche a la mañana. Crecie­ron, centímetro a centímetro, a lo largo de las décadas, y la tenden­cia más extrema se inició en la Francia del siglo XVI. Y aunque el término “tacones altos” se convertiría más tarde en rúbrica para el calzado femenino, tales zapatos los llevaron primero los hombres.


Durante la Edad Media, cuando el ha­cinamiento y las pésimas condiciones sanitarias hacían de las deposi­ciones humanas y animales un desagradable obstáculo en las calles, las botas con suela gruesa y tacón alto ofrecían unos centímetros de pro­tección práctica, así como una altura adicional de innegable valor psi­cológico.





En esta misma época aparecieron los zuecos, tuvieron su origen en el norte de Europa como un calzado adicional, en parte o totalmente de madera, con una base gruesa para proteger los buenos zapatos de cuero del usuario contra el barro y la suciedad de las calles. En meses más cálidos, solían usarse en vez de los zapatos ajustados de cuero.



En el siglo XVII, el llamado “oxford”, un zapato bajo de piel de becerro, atado sobre el empeine a través de tres o más ojales, fue la creación de los zapateros de aquella ciudad universitaria inglesa. Los ricos recurrían al calzado importado de Inglaterra. La selec­ción, precio y comodidad del calzado mejoraron a mediados del siglo XVIII cuando se inauguró la primera fábrica americana de este ramo en Massachusetts. Estos zapatos fabricados en serie toda­vía se cortaban y cosían a mano, operaciones que realizaban en casa mujeres y chiquillos, des­pués se completaba el montaje en la fábrica.





En el siglo XVIII, las damas de la corte francesa usaban zapatos de brocado con tacón alto cuya elevación podía llegar a los ocho centí­metros, y en otros países las mujeres, adoptando la moda llegada de París, se pasaron al llamado “tacón francés”. Con el tiempo, se impuso una polarización en los tacones, pues mientras los de las mujeres se hacían cada vez más altos y estrechos, los de los hombres se reducían (aunque no en las botas de montar).


La mecanización completa de la confección de calzado, y con ella la auténtica producción en serie, tardó en llegar. En 1892, la Manfield Shoe Company de Northampton, en Inglaterra, puso en mar­cha las primeras máquinas capaces de producir zapatos de calidad en medidas estándar y en grandes cantidades.

Para el siglo XIX los zapateros británicos, aprovechando una victoria militar, popularizaron las “Wellington”, botas altas así llamadas en honor de Arthur Wellesley, el “Duque de hierro” de Wellington.


En los años veinte, “tacón alto o zapato alto” ya no indicaba la altura real de un tacón de zapato, sino que conno­taba una atractiva moda femenina en el calzado.






En la actualidad existen gran variedad de zapatos, altos y bajos para cada persona, hombre o mujer, ajuntados a las tallas y formas de los pies, sin límite alguno a la hora de comprar.








¡¡¡¡¡HAY PARA TODOS LOS GUSTOS!!!!!